Páginas

viernes, 6 de enero de 2012

Rouge


  José Vidal

Seguramente para muchos la calidad de la película de Kiarostami “Copia certificada[1]” será discutible. Pero habrá unanimidad en que la escena en el toilette en la que Juliette Binoche se pinta los labios está llamada a ser un clásico.
Ella ha dejado a su pareja en la mesa de un restorán Italiano y va al baño a retocarse. Ambos, el hombre y ella, ya no son tan jóvenes y algo se ha quebrado en la relación. La escena la muestra mirando a la cámara como si lo hiciera ante el espejo, saca de su bolso un lápiz labial y se pinta la boca de un color rojo muy intenso.
Y cuando lo hace, sin que medie ningún otro efecto visual, o si lo hay no lo notamos, somos testigos de una transformación maravillosa: Binoche, naturalmente, es una mujer de un rostro muy bello pero al pintarse los labios ante nosotros la vemos iluminarse como si hubiesen encendido las luces.
Siempre es algo fascinante la circunstancia en que una mujer se maquilla, seguramente porque es uno de los puntos en los que se produce el pasaje hacia ese campo íntimo de la “mascarada femenina”, territorio misterioso del que en general se habla poco y que parece estar mejor en el secreto. En varios lugares Lacan se queja de no poder obtener de las mujeres ni una palabra del goce que les es propio, razón por la que tuvo que deducirlo lógicamente como lo Otro del goce fálico.[2]
Últimamente, lo vertiginoso de de la vida hace que muchas mujeres se maquillen en el auto o en el tren antes de llegar a su trabajo y eso nos permite presenciar ese rito mágico que antes estaba reservado a la esfera privada y que parece tocar algo de lo que Lacan llama el goce de La mujer.
Algunos travestis intentan capturar eso. Durante algún tiempo atendí a un hombre que, siendo en lo cotidiano casado, padre de familia y bastante rudo, una o dos noches por semana se vestía de mujer para ir a algunos bares. El mundo, me explicó, tiene muchos prejuicios respecto a esto y lo traduce enseguida a términos de homosexualidad. Pero él había concluido que su goce, como el de Tiresias, se alcanzaba en el punto de la transformación, por medio del maquillaje, de hombre en mujer. Cada vez que le era posible, invitaba a alguien a presenciar cómo se pintaba y le producía un gran placer que otros apreciaran su mutación. Pero es seguro que él nunca alcanzaría eso que Juliette Binoche nos entrega generosamente.
En “Copia certificada”  somos testigos de algo prodigioso: ese instante en el que una mujer se torna objeto de deseo, o mejor dicho, en el que ella, como sujeto, queda oculta tras el velo fascinante del maquillaje. Y la escena es muy certera porque privilegia, de entre los innumerables afeites y cosméticos a los que una mujer puede echar mano,  el rouge, el color rojo de la boca.
El rouge es emblema, símbolo, metáfora, pero sobre todo signo indicativo del demonio, del sexo, del erotismo, de lo ardiente, de lo audaz, del peligro, de la sangre, del abismo. Pintura de guerra, arma, en la película ella parece decidida a reconquistar a un hombre que se ha ido alejando de su vida.
El simbolismo de la boca pintada es bien fuerte al punto que, más tarde, al fallar su intento de recuperación de la pareja, lo primero que hará será quitarse esa pintura de labios, como si de esa manera regresara del mundo divino a su posición mortal, como si volviera a ser el sujeto abandonando el Ideal.
Y no se puede negar que esa boca roja es distintiva de un goce que no es el del varón y que forma parte de una experiencia propiamente femenina. Esas boquitas pintadas, como les llama Manuel Puig, un símbolo que nos llega a todos desde vaya a saber qué arcano. Y debemos homenajear en Puig la agudeza con la que percibe la naturaleza femenina cuando encuentra lo más real en lo superficial y más autenticidad en la frivolidad que en lo serio. Puig consigue hacernos ver algo de ese goce que muchos han buscado en lo profundo mostrando una charla banal, la moda, el arreglo, en todos los detalles que son observados desde la posición del niño en su madre.
Pero hay un pequeño signo, porque si una boca roja es signo acá se trata del signo sobre el signo que debemos destacar como signo de lo real en la película. Es un detalle casi insignificante pero que da a la escena un peso decisivo, que es que, cuando ella se pinta la boca, cuando pasa el carmín por sus labios, comete un exceso: el rouge se corre por fuera del borde de su boca haciendo un pequeño defecto. Durante unos poquísimos segundos ese desgarro permanece ahí, arruinando todo, y crea una angustia en el espectador que se calma de inmediato pero solo cuando ella toma un pañuelo de papel y corrige el error, limpia el exceso que había quedado en un borde de su boca.
Es genial porque revela algo que es muy difícil de explicar y que la película nos presenta en toda su intensidad. Si el defecto en el maquillaje hubiera quedado ahí sin corregir, estaríamos frente al extravío. Es sencillamente así. La angustia es porque el rouge embellece, es un atractivo y es un conspicuo representante de la mascarada femenina pero si se sale del borde, y esta es la palabra que mejor define esto, si se sale del margen de contención que implica el borde de la boca, se produce un pasaje a lo grotesco.
Ese desborde es una de las cosas más temidas en la experiencia humana y son infinitos los recursos a los que se apela para evitarlo en todo el mundo y a lo largo de la historia. Lacan ha situado esto como lo ilimitado, el estrago que retorna de un goce sin límite. Porque lo que él pone en primer plano es que existe el goce pero también el derecho, que viene a distribuir un quantum posible para ese goce. Que hay el goce y hay el borde. Y en el juego entre estas dos dimensiones es que se juega la experiencia humana, lo que está dentro de los límites y lo que se sale de ellos.
El temor a las consecuencias de ese extravío, de ese sin límite, impone a las mujeres, no solo a ellas claro, pero especialmente a ellas, cierto orden, cierta obligación de un punto de fijación, un mantenerse siempre dentro de márgenes, un evitar los desbordes que la situarían como “loca”. Es en relación a esto que Lacan intuye que la mujer tiene una relación estructural con la locura.
La mascarada femenina, ese rouge con el que pinta su boca Juliette Binoche, es signo de la inexistencia de La mujer, es decir, como no hay un significante que venga a decir qué es una mujer y entonces a ese lugar vacío hay que ponerle algo que lo recubra a la vez que le da un nombre y una imagen. La boca roja quiere decir algo para el que la ve, pero ese algo es imposible de definir, es signo de una inexistencia. Es un semblante, la posibilidad de ser otra para ella misma.
Pero el correrse el rouge es signo de un peligro, implica el soltarse las amarras que aseguraban un vínculo al falo y entonces La mujer existe: locura.
El personaje del último Guasón en la saga Batman[3], personificado por el malogrado Heath Ledger, muestra ciertamente cómo el hombre puede desear, envidiar incluso esas posibilidades del rouge en la mujer y lo hace mostrando cómo eso solo es posible para el hombre desde la demencia, desde la descomposición de la personalidad en una bufonada que ni siquiera se aproxima a lo femenino, a la vez que demuestra la inexistencia y la imposibilidad de alcanzar el goce de La mujer. Es una payasada. Pero hay que decir que lo genial del personaje de Ledger es que hay algunas mujeres que se parecen al Guasón, mujeres en las que el maquillaje se torna una máscara ridícula bajo la cual se esconde algo siniestro.
Juliette Binoch, en cambio, parece en esa escena mostrarnos un momento de goce femenino, un momento que es privado, encerrado en las paredes de un toilette y frente a sí misma en el espejo. Podríamos pensar entonces que el goce femenino no se alcanzaría tanto en el momento en que es vista por los demás con los labios pintados, sino en ese acto privado, solitario, ritual, en el que ella, al maquillarse, se interroga una vez más ante su propia imagen.
Y preguntarnos también quién le enseñó a pintarse los labios a esta actriz. Casi seguro que no ha sido Abbas Kiarostami, el director. Pero podemos imaginar que ella misma fue testigo del acto de pintarse la boca su madre. Es posible, quién sabe, que su madre le haya enseñado la técnica, y la forma de evitar y corregir los excesos, los del rouge y todos los otros, todos los bordes en los que la vida de una mujer se mueve, los bordes de la falda, del escote, de la conducta, de la moral, lo que finalmente le sirvió para realizar la escena. Pero seguramente no hizo falta una explicación, probablemente a la niña le bastó con mirar en silencio a su madre pintarse los labios y luego ensayar ella sola ese acto ante el espejo hasta aprenderlo. ¿No es así como se transmite eso de una mujer a otra?



[1] Copie conforme, Francia 2010.  Dir, Abbas Kiarostami
[2] Lacan, Jacques. El Seminario 20, Aún. La otra satisfacción. Paidós
[3] The dark nigth. USA, 2008, dirigida por Cristopher Nolan, con Cristian Bale, Michel Cane y Heath Ledger

6 comentarios:

  1. Es un artículo escrito por un hombre que toca la sensibilidad femenina: ROUGE. Título que tiene un valor conceptual aquí: mujer, goce femenino, mascarada,... todos metaforizados en los detalles, en el "divino detalle" que el autor toma de la película:la escena privada de ese goce y el desliz, el exceso. Escena ejemplar con una actriz que sabe muy bien como mostrar lo femenino. Escena privada que se arma para el encuentro con un HOMBRE.

    Me interesa como se dice aquí la BELLEZA FEMENINA : esta articulación entre el goce femenino, y el fálico (o límite), articulación que requiere del saber hacer, de distintas maniobras, que bien pueden partir de una mirada a la madre, de un aprendizaje del Otro, pero que se logra después de soltarse de esa referencia, en el encuentro del propio estilo de mujer.

    ResponderEliminar
  2. Buen aporte Carolina. Es algo que no había notado, la belleza en el lugar en el que se articula el goce de La mujer y el fálico, es decir, el goce femenino pero con el límite no ya del Otro sino el del propio síntoma.Muy bien.
    Me interesa saber qué quiere decir HOMBRE con mayúsculas

    ResponderEliminar
  3. Gracias por tu respuesta José, resalté algunas palabras que me parecían importantes subrayar, muy pertinente la pregunta.
    Ella está en el toilette para arreglarse o retocarse para un hombre. Siempre en el arreglo femenino hay alguien del amor en el horizonte, la mujer se viste para otro (también para otras) pero el caso acá es que ese retoque de la boca le está destinado a él, le pertence. ¿por qué? Se pinta la boca para él y es él el que soporta (hace de soporte) su goce femenino del pintarse. En este sentido se articula perfectamente con la frase de Lacan del "hombre como conector para una mujer", es por un hombre que la mujer se vuelve Otra.
    Es interesante pensar además que si bien la elección de un hombre para una mujer está fundada en un encuentro contingente, cuando se puede admitir la importancia que él adquiere se torna cada vez más necesario. Por eso mi decisión de escribir hombre con mayúsculas.

    ResponderEliminar
  4. COPIA CERTIFICADA
    Por Luz Esquerro

    Este domingo recién pude ver el film de Abbas Kiarostami y como siempre empiezo por lo que mas me gusta que es reflexionar sobre la época.
    El director iraní filma impecablemente en la Toscana una coproducción franco-italiana hablada en su mayor parte en inglés. Impensable unas decadas atrás.
    Se puede sospechar la mirada subalterna o por ahi “parvenú” del realizador intentando una compleja mirada, un cine para pocos, que aborda el encuentro de una pareja que juega a que no lo es, o a dos desconocidos que simulan ser una “coppia” como se dice en italiano.
    Los protagonistas son ciudadanos del mundo, evolucionados, sensibles a la historia del arte, interesados –entre otras cosas- en el tema de lo original y la copia. El ambiente elegido y sus paisajes, sin dudas imita el arte, preservado de cualquier invasión bárbara.
    El resultado como tal es bueno ya que muchas veces los “advenedizos” como Kiarostami pueden encontrar, o mejor, revelarnos cuestiones que la hegemónica civilización occidental pasa por alto.
    A veces la originalidad y la copia puestas en juego en la película son un problema de las grandes culturas; por aquí, en las márgenes, FH Cardozo lo resolvió magistralmente con su “originalidad de la copia”. Pero ese es otro tema.
    Lo que sorprende sin embargo de la película es esa escena; la que Ud. Eligió para analizar y la que le da posiblemente el rango de “cappo lavoro” y es, sospecho, porque sale de esa historia de pocos y se mete en una cuestión universal, o por lo menos occidental.
    Me encanta lo que Ud. dice sobre la condición femenina, su detenimiento en la escena del rouge y más todavía la asociación con Manuel Puig. Claro que es inevitable pensar en Boquitas Pintadas y también marcar ese atributo de un escritor universal nacido en General Villegas, pero que tambien vivio en Roma, Rio y Cuernavaca.
    Ambas miradas sobre lo femenino, me parece, son tan sensibles como infrecuentes. En mi caso, (Y vuelvo a Brasil), esa escena me evoca fuertemente a varias canciones de Chico Buarque (le adjunto una: Bastidores y le recomiendo la música). Aunque creo que es muy subjetivo, el modo de Buarque de meterse en la piel de una mujer en una canción, me conmueve profundamente.

    Bastidores

    Chico Buarque
    Chorei, chorei
    Até ficar com dó de mim
    E me tranquei no camarim
    Tomei o calmante, o excitante
    E um bocado de gim
    Amaldiçoei
    O dia em que te conheci
    Com muitos brilhos me vesti
    Depois me pintei, me pintei
    Me pintei, me pintei
    Cantei, cantei
    Como é cruel cantar assim
    E num instante de ilusão
    Te vi pelo salão
    A caçoar de mim
    Não me troquei
    Voltei correndo ao nosso lar
    Voltei pra me certificar
    Que tu nunca mais vais voltar
    Vais voltar, vais voltar
    Cantei, cantei
    Nem sei como eu cantava assim
    Só sei que todo o cabaré
    Me aplaudiu de pé
    Quando cheguei ao fim
    Mas não bisei
    Voltei correndo ao nosso lar
    Voltei pra me certificar
    Que nunca mais vais voltar
    Cantei, cantei
    Jamais cantei tão lindo assim
    E os homens lá pedindo bis
    Bêbados e febris
    A se rasgar por mim
    Chorei, chorei
    Até ficar com dó de mim

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias a su comentario Luz hallé otro poema de Chico Buarque que alude también al rito de maquillarse, esta vez, en relación a los padres. No queda claro si se trata de una mujer o un hombre.

      Ai, si eles me pegan agora

      Ai, se mamãe me pega agora de anágua e de combinação
      Será que ela me leva embora ou não
      Será que vai ficar sentida, será que vai me dar razão
      Chorar sua vida vivida em vão
      Será que faz mil caras feias, será que vai passar carão
      Será que calça as minhas meias e sai deslizando pelo salão
      Eu quero que mamãe me veja pintando a boca em coração
      Será que vai morrer de inveja ou não
      Ai, se papai me pega agora abrindo o último botão
      Será que ele me leva embora ou não
      Será que fica enfurecido será que vai me dar razão
      Chorar o seu tempo vivido em vão
      Será que ele me trata à tapa e me sapeca um pescoção
      Ou abre um cabaré na lapa e aí me contrata como atração
      Será que me põe de castigo será que ele me estende a mão
      Será que o pai dança comigo ou não?

      Eliminar
  5. Traducción de Josefina Elías:
    Ay, si mama me encuentra ahora de enagua y combinacion Sera que me lleva afuera o no Se sentira dolida, me dara la razon Llorar su vida vivida en vano Me pondrá mil caras feas, me regañará Vestira mis medias y saldra deslizandose por el salon Yo quiero que mama me vea pintandome la boca con forma de corazon Morira de envidia o no Ay, si papa me encuentra ahora abriendo el ultimo boton Me llevara afuera o no Sera que se enfurece sera que me da la razon Llorar su tiempo vivido en vano Me dara una bofetada y un coscorron O abre un cabaré en Lapa y ahi me contrata como atractivo Sera que me castiga sera que me extiende la mano Sera que papa baila conmigo o no?

    ResponderEliminar